Luego de visitar El Mollar, sobre la margen sudoeste del lago que formó el Dique La Angostura, en el que pudimos conocer las comidas de la Casa de Piedra (donde habríamos de vover varias veces atraídos por sus empanadas tucumanas con limón, gran descubrimiento) y descansar en la Hostería La Angostura - emplazada casi en el cauce del río que contiene el embalse - comenzó nuestro segundo día en Tucumán.
Al ir acercándonos a la sede del TYC e intentar avistar el espejo de agua nos encontramos con unas nubes que lo cubrían completamente, el Alpa Puyo (en quechua “manto de la tierra” o “nubes sobre la tierra”). Con el transcurso del día fueron disipándose, si bien nunca dejaron de entrar subiendo desde San Miguel: algunas eran de importancia con algo de llovizna y mucha humedad, bastante frías (llegó a hacer 8ºC al caer la noche).
Estaba programado un Grand Prix en el calendario de la competencia: consisitió en una serie de regatas tipo match race de eliminación directa entre las diez mejores tripulaciones de la anterior edición, a bordo de dos pamperos en igualdad de condiciones dispuestos por la organización. Para tal efecto prestamos nuestras queridas velas nº 779, ya que no se podían usar unas "buenas" para asegurar la equidad de la prueba. En esta foto se ve como armamos el distintivo de la clase con tape y reforzamos los números identificatorios.
De todas formas nosotros no nos íbamos a quedar sin dar una vuelta previa para probar en esas aguas el casco (bautizado Santiago 3, por su procedencia y su número, sin demasiada poesía) y el mástil que ya nos habia entregado la delegacion de Mar Del Plata, al que le agregamos unas cornamusas y algunos omegas para tratar de armar un vang ("volaron" varias veces, por la tensión que manejaban). Felipe Garretón nos dió su juego y salimos mientras se disputaban las primeras martch race.
Aqui comienza la navegación:
De un momento a otro (luego de practicar varias viradas y trabuchadas, midiendo un poco el barco y nuestra coordinación) nos encontramos en la siguiente situación: a la deriva en un pampero en el Dique La Angostura. No nos explicamos mucho cómo nuestro obenque de estribor se salió y por suerte no se perdieron ni el bulón ni la tuerca que lo hacían firme (estaba todo enrollado con tape). Tomamos la iniciativa de navegar hacia la costa, en la margen opuesta de la sede del TYC, aprovechando la obra muerta y extendiendo, un poco a mano y otro poco con una caña tacuara que habíamos cargado para probarla como tangón, un pedacito del foque para ayudarnos. Siempre con mucho humor, contentos porque no nos había pasado nada y esperando poder armar la jarcia sin problemas, en última instancia planeando ir hacia la ruta que bordea el espejo a pedir una mano.
La competencia se disputaba bastante más a barlo nuestro, a veces nosotros escuchábamos los silbatos de las largadas y no llegaron a visualizarnos desde las lanchas, por más señas que hicimos.Estaba programado un Grand Prix en el calendario de la competencia: consisitió en una serie de regatas tipo match race de eliminación directa entre las diez mejores tripulaciones de la anterior edición, a bordo de dos pamperos en igualdad de condiciones dispuestos por la organización. Para tal efecto prestamos nuestras queridas velas nº 779, ya que no se podían usar unas "buenas" para asegurar la equidad de la prueba. En esta foto se ve como armamos el distintivo de la clase con tape y reforzamos los números identificatorios.
De todas formas nosotros no nos íbamos a quedar sin dar una vuelta previa para probar en esas aguas el casco (bautizado Santiago 3, por su procedencia y su número, sin demasiada poesía) y el mástil que ya nos habia entregado la delegacion de Mar Del Plata, al que le agregamos unas cornamusas y algunos omegas para tratar de armar un vang ("volaron" varias veces, por la tensión que manejaban). Felipe Garretón nos dió su juego y salimos mientras se disputaban las primeras martch race.
Aqui comienza la navegación:
De un momento a otro (luego de practicar varias viradas y trabuchadas, midiendo un poco el barco y nuestra coordinación) nos encontramos en la siguiente situación: a la deriva en un pampero en el Dique La Angostura. No nos explicamos mucho cómo nuestro obenque de estribor se salió y por suerte no se perdieron ni el bulón ni la tuerca que lo hacían firme (estaba todo enrollado con tape). Tomamos la iniciativa de navegar hacia la costa, en la margen opuesta de la sede del TYC, aprovechando la obra muerta y extendiendo, un poco a mano y otro poco con una caña tacuara que habíamos cargado para probarla como tangón, un pedacito del foque para ayudarnos. Siempre con mucho humor, contentos porque no nos había pasado nada y esperando poder armar la jarcia sin problemas, en última instancia planeando ir hacia la ruta que bordea el espejo a pedir una mano.
Ya en tierra armamos el mástil y la maniobra nuevamente. Aproximadamente 1:20hs después del incidente estábamos de vuelta en el agua, encarando para cruzar todo el dique y llegar al campamento a tomar algo caliente (unos mates codidos de Hilda y Bernardo, siempre presentes con su casa rodante Dino II en la movida pamperística) ya que la inactividad y el viento empezaba a darnos algo de frío.
Continuará.-
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